miércoles, 15 de septiembre de 2021

2021 UN BRINDIS BAJO EL RELOJ

Charla de Carlos Alsina sobre "El teatro durante la dictadura y la postdictadura en Tucumán. La experiencia de la obra UN BRINDIS BAJO EL RELOJ". Con intervenciones de Gabriela Abad y Gustavo Geirola. https://www.youtube.com/watch?v=Yeso2lpnOsU

viernes, 18 de febrero de 2011

ESCENAS 1, 2 Y 3


ESCENA 1

En el escenario hay unas tarimas, desniveles. Algunas sillas y una mesa en el centro. En escena, un inmenso reloj y una escalera. Luces apagadas. Música de rock.
Mary aparece bailando. Inmediatamente un foco ilumina a Dora, que está sentada en el suelo jugando con una latita de conserva, en la cual introduce y expulsa constantemente una piedrita. Otro foco alumbra a Daniel, que está trabajando en su escritorio en una oficina; escribe a máquina, atiende el teléfono, etc.
Desde el público aparece Marcos y se dirige al escenario. Se detiene en medio de la sala.
MARCOS: (A un espectador.) Señor, por favor, ¿me puede decir la hora? (Insiste hasta que alguien del público le dé la hora.)
Marcos sube al escenario, trepa a la escalera y en el reloj pone la hora que le acaban de dar. Luego baja. Mientras Mary baila, Daniel trabaja y Dora juega con su latita. Nadie se mira. Marcos, con las luces del escenario, no ve a los otros.
MARCOS: ¿Dónde están? ¿Dónde se han metido? ¿Qué están haciendo? (A Mary.) ¡Mary, vos bailando! (A Daniel.) ¡Vamos, Daniel, abandoná un poco tu acelerador y acercate! (A Dora.)  ¡Che, Dora, despertate!
MARY: (Bajando de su tarima.) ¿Qué alboroto es éste?
MARCOS: Este es el alboroto del encuentro (Grandilocuente.) Una mesa, una copa de vino, los amigos, ¿qué más se necesita para ser feliz?
DANIEL: (Automáticamente, desde su escritorio.) Tiempo, se necesita tiempo.
DORA: (Bajando de su tarima.) La felicidad está más allá del tiempo.
MARCOS: (Con intención.) O más acá. No importa. Lo mejor es que nos sentemos a charlar un poco. Hagamos un brindis ¿qué les parece?
MARY: (Histérica.) Bárbaro, me parece bárbaro.
DORA: (Grandilocuente.) El vino nos hará olvidar, nos llevará a una dulce locura, a la locura divina del licor.
MARY: (Sigue el tono de Dora.) A la locura de la danza, al frenesí del cuerpo. ¿Y Daniel?
DORA: ¿Qué espera que no viene?
MARCOS: (Grita.) ¡Daniel!
MARY: Parece que no escucha.
MARCOS: Lo llamaremos los tres juntos. A la una, a las dos y a las tres.
MARCOS, MARY Y DORA: ¡Daniel!
DANIEL: ¡Qué quieren?
DORA: Queremos perder el sentido con el vino. 
DANIEL: (Acercándose al grupo y a la mesa central.) No exageren, no es para tanto. Bajen un poco, que el vino nos hará recordar.
Los cuatro están ahora sentados a la mesa central.
DORA: Eso, recordar, yo quiero recordar, necesito traer las imágenes de entonces a esta mesa, junto a este brindis convocar las palabras. (La dirección debe marcar bien que Dora antes afirmó que no quería recordar y ahora quiere, se adapta fácilmente a las situaciones.)
DANIEL: No, che, mejor no recordemos nada.
MARCOS: Entonces brindemos por nuestra juventud, por nuestros recuerdos...
MARY: Al menos brindemos por nuestras ilusiones en el teatro, ¿se acuerdan?
DORA: Eso, por aquel espectáculo que nos vio a todos metidos ¿te acordás, Daniel, el éxito, la furia que había en el público aquella noche? El teatro era un mundo de gente.
MARY: Mejor decí que el mundo era un teatro.
MARCOS: (Grandilocuente.) El gran teatro del mundo.
DANIEL: No olvidaré jamás cómo me costó disfrazarme.
MARY: (Sobradora.) ¡Para lo que tenías que hacer! En cambio yo, ¡primera bailarina del elenco! ¡Se me pone la piel de gallina de pensarlo!
DORA: Me acuerdo que yo estaba sentada detrás del director. Lo veía todo, lo observaba todo. Eso, exactamente, hacía todo lo que Uds. no podían hacer: mirar el espectáculo ampliamente, su grandilocuencia, sus luces, sus...
MARCOS: (Interrumpiéndola.) Era la gran fiesta, ¡la gran fiesta del mundo!
DANIEL: En ese momento el mundo no importaba nada. Yo me moría de miedo entre bambalinas. Veía a Mary tan exuberante, tan segura de sí, que realmente sentía miedo, me sentía... pequeño.
DORA: El director nos hacía sentir pequeños a todos, creo que de algún modo lo éramos.
MARY: ¿Se acuerdan el día que llegó? (Se apagan las luces.)

ESCENA 2

Se encienden las luces. Los personajes sobre una de las tarimas.
MARY: Llegó, llegó el director. Vamos, che, pongan un poco de orden.
DORA: (Sobradora.) ¡Ay, la señorita bailarina quiere sobresalir!
DANIEL: ¡Quiere hacer méritos!
MARY: Claro, tantos años de estudio, ¿te pensás que los voy a tirar por la ventana en un ataque de humildad?
MARCOS: ¿Y qué vas a hacer?
MARY: Lo que sea, necesito, quiero actuar. Éste es mi momento.
DORA: Dicen que el Director es un gran seductor.
MARY: No podrá conmigo. Me fingiré desprotegida, y a la vez potente (Cómica.). Caerá en mi trampa. Seré como una araña y tejeré mis redes. El Director se postrará ante mi talento.
DANIEL: A ver si se postra ante tu cama.
MARY: Estoy dispuesta a todo. Seré la primera bailarina. Quiero actuar (Se apagan las luces.)

ESCENA 3

Se encienden las luces. Los personajes están sobre otra tarima. Suena de fondo la “Marcha Triunfal” de Aída, de Verdi. Los personajes saltan y gritan. Llevan carteles que dicen: ¡Viva el Director de Orquesta! ¡Bienvenida! ¡Ésta es su casa, Director!
DORA: (A los gritos.) Llegó, estoy enloquecida. Llegó el Director.
DANIEL: ¿Y qué querés que hagamos?
DORA: Vamos, che, no se pongan rebeldes ¿eh?  Levantá esos carteles. Este día hay que festejarlo.
MARY: (A Dora.) Si te ven tus viejos con esos carteles, tenemos sermón hasta el Juicio Final.
DORA: Mis viejos no entienden nada.
DANIEL: A ver si tienen razón y este tipo nos usa como chorlitos para promocionarse.
MARY: Dejá de inventar pavadas. ¿Pensás que con la edad que tiene necesita promocionarse?
MARCOS: No sé si promocionarse, pero de todos modos, lo mejor será convencerlo de que cambie de partitura.
DORA: Nada de plantearle problemas, che. Recién llegó y no vamos a enquilombarlo. Él sabe lo que hace.
Se apagan las luces. Termina la música.

ESCENAS 4, 5 Y 6

ESCENA 4


Se encienden las luces. Los personajes están sobre otra tarima.
MARCOS: Llegó, che, el Director de Orquesta está aquí. Hay que apurarse. (Lleva en la mano papel y lápiz).
DORA: ¿Apurarse? ¿Para qué?
MARCOS: Para convencerlo.
DANIEL: ¿Convencerlo de qué?
MARCOS: De que cambie la partitura.
MARY: Marcos tiene razón. No vamos a bailar siempre lo mismo.
DORA: (Enojada.) No bailarás lo mismo, ya vas a ver. Él tiene mano maestra y vos sos una bailarina de tres por cuatro, acostumbrada a bailar con director de tres por cinco.
MARCOS: No discutan. Yo creo que nuestro deber es sugerirle que cambie la partitura. Un espectáculo con nuestra música tendría más éxito.
MARY: Yo estoy de acuerdo. (A Daniel.) ¿Y vos?
DANIEL: Y bueno, sí, si Uds. están de acuerdo, firmamos. Dora ¿estás de acuerdo?
DORA: (No muy satisfecha.) Y, si todos firman, firmaré yo también.
MARCOS: Vamos, apuren, a ver si el viejo se nos muere (Mientras los demás firman, dice esto con ironía.)
MARY: (Enojada.) No seas estúpido, que es mi única oportunidad.
DORA: (Grandilocuente.) Los mitos nunca mueren, se desplazan.
MARCOS: O se olvidan.


ESCENA 5


Los personajes empiezan a bajar y se sientan otra vez en la mesa del centro.
MARY: (A Daniel, irónica.) Y vos te olvidaste de firmar.
DANIEL: ¿Qué decís?
MARY: Que te olvidaste de firmar ¿O me equivoco?
DANIEL: De cabo a rabo. Yo firmé sin tener pasaporte a ninguna parte. ¿Soy claro?
MARY: ¿Qué estás insinuando?
DANIEL: Exactamente lo que vos entendés bien.
DORA: No hablen cifrado, no entiendo nada.
MARCOS: ¿Qué es eso del pasaporte?
MARY: Una ganzada de este cobarde que siempre se retiraba en los momentos comprometidos.
DANIEL: Mirá, yo seré cobarde, pero vos no te quedás atrás. Porque es fácil comprometerse con un pasaje a París en la cartera, un pasaporte al día y un contrato firmado para sobrevivir en cualquier parte.
MARY: Eso es una calumnia. Yo firmé el contrato porque era importante para mi carrera.
DANIEL: (La discusión sube de tono.) Vos firmaste para tener un comodín; por si la cosa en el teatro se te venía encima.
MARY: Yo quería actuar aquí.
DANIEL: (Irónico.) Por supuesto, mientras no hubiera río revuelto.
MARY: ¿Y creés que iba a soportar que me insultara el viejo idiota?
DORA: (Enérgica.) Vos te negabas a bailar.
MARY: Yo no iba a bailar lo que a él se le antojara.
DANIEL: Era la regla del juego.
MARY: Pues entonces yo no estaba decidida a jugar todas esas mojigaterías ¿entendés?
MARCOS: Lo que dice Mary es razonable.
DORA: No tanto. Porque cuando Mary se fue no había quién la reemplazara, y todo se fue a la mierda.
MARCOS: Pero, aunque se hubiese quedado, no hubiera podido bailar.
DANIEL: Pero hubiese podido formar gente, pelearla. ¡Claro, cuánto más fácil era irse, no?
Se apagan las luces.


ESCENA 6


Los personajes están sobre una tarima, cuando se enciende el reflector. Hay música de un rock americano frenético. Dora, Daniel y Marcos asumirán ahora los roles de alumnos de Mary, en París, tomando los nombres de Catherine, Pierre y Paul. Mary irá mezclando, junto con la música y el movimiento, el texto de la carta (subrayado) y texto de la clase.
MARY: Hacemos así. Vamos, Pierre, plié. Más, podés dar más. Catherine, hay que adelgazar un poquito. Hacemos así, uno, dos, tres. Media vuelta. Uno, dos, tres. Retomamos. Querido Marcos: no te imaginás lo que es estar aquí. Paul, esa pierna más alto. Más. Da para más. París es maravilloso, si lo vieras. Catherine, plié. Los hombros, bajen los hombros. No te imaginás, Marquitos, cómo quisiera estar con vos aquí. Compartir esto. Tengo todo lo que quiero; me dan todo, puedo hacer cosas. Vamos, esa cintura. Atención. Aquí no tengo censura y pagan bien. Arriba la cabeza. Yo cuento por vos, Pierre. Éste es el tiempo de nosotros. El siglo. Aquí vivís el mundo, sentís que estás en el mundo. Aquello era todo un atraso, una ignorancia. Hay que convencerse, Marcos. Más rápido, más rápido. No desplaces la cadera, Paul. En definitiva creo que estuve acertada en venirme. Aquello no daba para más. Vos viste lo que era el teatro; y el país estaba igual.  Era luchar en el desierto. Mirá Marquitos, pienso que son todos unos pequeños-burgueses sin horizonte. Cualquier cosita los asombra. Aquí, en cambio, estamos por montar un espectáculo alucinante. No hay límites. Hay desnudos, luces, cuerpos tatuados. Esto es el frenesí de la vida. Marcos, convencete, aquí está lo que nosotros necesitamos. No, Pierre, no Pierre, eso está mal. Si hasta parece que estas bailando un tango. Claro, un tango, de Piazzolla. (Mientras Mary se va fascinando con su discurso y bailando el tango, el rock desaparece y los alumnos miran sin comprender.) Y hasta me hacés acordar a un tango orillero. Algún día montaremos algo con tango. ¿Qué les parece? ¿Te sorprende Catherine? Siempre quise montar algo con música de tango, siempre me pareció que el tango daba para más. Miren, miren si no. Marcos ¿te acordás cuando queríamos hacer algo con música nuestra? En mi país algún día se bailará el tango en el Colón. Así, así. Llevará años, porque prefieren a Bach. Yo adoro Bach, es cierto. Pero creo que ahora todo pasa por el rock, y por el jazz. Y el tango hará estragos alguna vez. El tango, el tango, Buenos Aires, la patria. (Mira a los alumnos, que están apoyados sobre la barra y no logran entender este delirio de Mary. Se quiebra. Hace la mímica de que se sienta y empieza a escribir una carta. Los personajes descienden.)

ESCENAS 7, 8 Y 9


ESCENA 7
Se prende la luz sobre el lugar donde estaba Daniel trabajando en la Escena 1.   
MARCOS: (Hace de compañero de oficina.) Daniel, hay una señora que te busca.
DANIEL: ¿Quién es, Federico? (Los tonos de oficina siempre monocordes, inexpresivos.)
MARCOS: No sé. No la vi nunca. Nunca vino a la oficina.
DANIEL: ¿Y me quiere ver a mi?
MARCOS: Preguntó por vos.
DANIEL: ¿Asuntos de negocio?
MARCOS: ¡Qué sé yo, che! Si querés atendela, y si no, mandala a la mierda. Hacé lo que quieras. Te creés que soy tu secretario, ¿o te creés que sos el gerente de la empresa?
DANIEL: No te enojés, boludo. Decile que venga.
MARCOS: Señora, pase.
DORA: (Hará de madre de Marcos.) Perdone. ¿No se acuerda de mí?
DANIEL: No, señora, últimamente no quiero acordarme de nada.
DORA: ¡Ojalá pudiera hacerlo yo! ¿Sabe quién soy?
DANIEL: No, señora, ya le dije, y le ruego que no me haga perder el tiempo. ¿Qué problema tiene?
DORA: Bueno... no es un problema de trabajo.
DANIEL: Entonces no puedo atenderla.
DORA: Por favor. Yo soy la madre de Marcos.
DANIEL: ¿De quién?
DORA: De Marcos. ¿No se acuerda? Era compañero suyo.
DANIEL: (Medio molesto.) Ah, sí, Marcos. Compañero de teatro. ¿Y qué le pasa?
DORA: (Llora.) Bueno... Ud. verá. A Marcos... a mi hijo lo han muerto.
DANIEL: ¿Cómo?
DORA: Bueno... Ud. comprende... él estaba muy... entusiasmado con el teatro, y... (Llora.)
DANIEL: Está bien, señora, no se ponga así. ¿Qué la trae por aquí?
DORA: Mire. Ud. verá, llegó esta carta para Marcos. Viene de París. Es de Mary. Creo que era amiga de Uds. Claro, pobrecita, ella no sabe que... y yo no me animé a abrirla. Estoy tan angustiada, tan dolorida... Entonces, pensé que como Uds. eran amigos, tal vez Ud. tuviera algo más en común con esta carta. Tal vez Ud. pueda contestarla, no sé. Mire, aquí la tiene. (Saca un sobre y se lo ofrece a Daniel).
Mientras Daniel lee la carta al público, se escucha como música de fondo el preludio del tercer acto de La Traviata, de Verdi. Lo subrayado lo dice Mary desde la tarima que representa París. Se lee la carta entre ambos.
DANIEL: "Querido Marcos: hace tanto tiempo que pienso en vos. No sé qué me pasa. Al principio quería escribirte todos los días. Contarte las cosas de aquí, las pequeñas batallas de todas las jornadas. Eran días de triunfo, donde se me hacía que el mundo estaba bajo a mis pies. Bailaba, enseñaba. Me reconocían. Pero, poco a poco, me fue ganando la nostalgia. ¡Ganas de volver, mirá vos! Empecé a sentirme extraña. Como si la gente dejara paulatinamente de comprenderme. Como si me hubiese bajado del caballo de la historia. Marquitos, te escribo ahora, en esta tarde parisina, fría, gris. No me interesa enseñar jazz, y menos a los franceses. Estoy viviendo en una pensión. Los éxitos quedaron atrás. Aquí se fascinan con lo exótico. Pero ya tengo varios años aquí, y he perdido el exotismo. Soy una más, y no soy nadie. Marcos ¿cómo van las cosas por allá? Sé que el Director de Orquesta murió y que hubo problemas en el teatro. Pero tal vez ahora se pueda hacer algo. No sé, de todos modos, para estar aquí sin sentido, prefiero estar allá peleando de alguna manera. Escribíme, Marquitos, y hacelo pronto. Me muero de soledad. Un abrazo, Mary.

ESCENA 8

Se apagan las luces, termina la música. Al encenderse nuevamente, los personajes están sentados alrededor de la mesa central.
DORA: ¡Qué sola que estaba la flaca en París!
MARCOS: ¡Y con tanto talento!
DANIEL: El talento no sirve para nada. Hay que saber vivir, hay que saber cómo laburar para subsistir decentemente. Tienen que convencerse de una vez. El arte no te da de comer, Mary. Hay que saber manejar la guita; la cosa hoy anda por los negocios, la especulación, la bolsa. El resto es una quimera. Mirame a mí, que iba a ser actor…(Irónicamente lo mira a Marcos.)…y después abogado. ¡Si hay más abogados que cagadas de pajaritos! No, yo la pensé... Me meto en una financiera o en un banco y hago carrera. Ésa es la de hoy, no se engañen.
DORA: Sin embargo, cuando me acuerdo de las ilusiones que tenía. La veía a la flaca, la veía bailar y me decía, "vos también, Dora, vos también podrás. Y te aplaudirán, y te irás a París. Y los éxitos, los fotógrafos, las luces..."
DANIEL: ¿No me digas que querías ser bailarina?
DORA: ¿Y por qué no? ¿Soy paralítica o me falta una pierna?
DANIEL: Yo creo que sos un poco gordita, nada más.
MARY: No seas malo, Daniel. Dora tenía un cuerpo muy lindo, y si se hubiese empeñado hubiera sido una buena bailarina.
MARCOS: Pero no se empeñó, le falló la voluntad.
DANIEL: O le fallaron las glándulas, no sé.
DORA: (No ha escuchado la última réplica de Daniel.) Pero de qué me hubiese servido.
MARY: Sí, porque mirá que te jodieron con la danza. ¿Te acordás?
Se apagan las luces.
ESCENA 9

Al encenderse las luces, Mary tomará el papel de madre de Dora.
MARY: ¿Cómo te fue?
DORA: Me aplazaron.
MARY: ¿Otra vez? Si no te digo, ¿pero qué te pensás? Decime, Dora, ¿qué tenés en la cabeza?
DORA: Bueno, mamá, no empecés otra vez, por favor.
MARY: Pero cómo no voy a empezar; cuando venga tu padre, la cara que va a poner
DORA: Y bueno, me preguntaron cosas que no me acordaba. Una laguna tiene cualquiera ¿no?
MARY: ¡Pero qué laguna, ni ocho cuartos!
Entra Daniel que toma el papel de padre de Dora. Debe marcarse que la autoridad la ejerce la madre.
DANIEL: ¿Qué pasa en esta casa? Siempre gritando.
MARY: ¡Qué va a pasar! Tu hija, siempre tu hija... la aplazaron otra vez.
DORA: Papi, me hicieron una pregunta y me... se me hizo una laguna.
MARY: A ésta siempre se le hace una laguna (A Marcos.) Decime, ¿tenemos una hija o un acuario municipal?  (A Dora.) Mirá, Dora, mirá si a tu padre en el trabajo se le hicieran lagunitas. No, querida, acá hay que poner las cosas en orden. O te creés que tu padre también es un cisne, que anda bailando sobre las lagunitas azules de ese ruso degenerado.
DORA: Basta, mamá, vas a seguir con esa cantinela.
DANIEL: (A Dora.) La cantinela de tu madre es razonable.
MARY: Lo que ocurre es que no estudia nada; se la pasa todo el día con los discos, bailando como una idiota por toda la casa.
DORA: Y bueno, lo único que me importa es la danza. Yo voy a ser una gran bailarina, y cuando me vean en los diarios, te voy a decir si las lagunitas de ese ruso degenerado sirven o no para algo.
MARY: Mirá viejo, aquí tenés que tomar medidas. Es un gastadero de plata y esta chica no estudia nada.
DANIEL: Mirá, Dora, yo no quiero tomar medidas drásticas, pero tenés que estudiar. La danza es... un pasatiempo, y está bien que lo hagás, pero tenés que estudiar. O no ves cómo estoy yo por no estudiar, aguantando a cualquiera que te mandonea y todo porque tengo que mantener esta casa y no hay vuelta que darle, si no estudiás, sos una pobre infeliz. Encima, tenés la ventaja de que no trabajás...
MARY: Eso, encima no trabaja.
DANIEL: Escuchame, vieja, con gritar no vas a ganar nada. Si quiere bailar, que baile. Pero que estudie.
MARY: No, si vos sos muy blando. Yo le cortaba las clases de danza y listo.
DORA: Si me cortan las clases de danza, me suicido.
MARY: Yo te voy a suicidar de hambre. Quiere ser bailarina y se come dos flautas, con salame y queso, y para sacarse el gusto salado se mete dos cucharaditas de dulce de leche.
DORA: ¡No se puede ni comer en esta casa! (Sale.)
Se apagan las luces.

ESCENAS 10, 11 Y 12


ESCENA 10

Se encienden las luces. Mary y Daniel hacen de padres de Dora.
MARY: (Ve entrar a Dora, cansada). Decime, ¿éstas son horas de llegar?
DORA: (Más adulta que en la escena anterior.) Mamá, no me hinches, por favor.
MARY: ¿Por dónde estuviste?
DORA: ¡Dónde voy a estar! En el teatro. Con el asunto del Director.
MARY: Lo que faltaba, que estés perdiendo el tiempo por un tipo que ni conocés.
DORA: Pero, mamá, el Director es fascinante. Inteligente, brillante. No sabés cómo estamos todos. Mañana daremos la función. ¡Hay unos nervios! Será una noche espléndida.
MARY: Ese tipo vive a costillas de Uds., se burla de Uds.; los ve jovencitos, inexpertos, y claro, se hace el caldo gordo.
DORA: ¡Ay, mamá, vas a empezar otra vez! Vos no creés en nadie. 
MARY: Decíme, hace dos semanas que estás viniendo tardísimo, dos semanas que ni agarrás un libro, y andás oliéndole el culo a ese viejo.
DORA: Sabés una cosa mamá, creo que tenés envidia, que odiás a toda persona que tenga talento. Odiás a Mary porque es bailarina, odiás a Marcos porque es inteligente y administra el teatro, peleando por sus ideales. Claro, Daniel en cambio, es una persona excelente, respetuosa, que estudia, que quiere ser alguien. (Sigue en tono irónico.)  Y Daniel, para que lo sepas, es un miedoso. Hoy no quiso firmar una nota para pedirle al Director que cambie la partitura. Pero tu Danielito, tan buenito, también se quedó hasta tarde en el teatro. ¿Y sabés por qué? Porque el Director nos fascina a todos porque tiene talento, porque llevará nuestro teatro adelante.
MARY: Adelante, adelante vas a tener que ir vos, si a tu padre lo despiden del trabajo. Tu padre no vino a cenar, y está trabajando como loco, haciendo horas extras; para colmo no se las pagan, y todo para qué, para que no lo despidan, y por qué, porque él quiere que su hija estudie. Y su hija pierde el tiempo con todas esas pavadas. 
DORA: Para que sepas, tal vez me dejen salir a escena y me paguen unos pesos.
MARY: Entonces tendrás que adelgazar, ¿o vas a actuar de levanta pesas?
DORA: No sabés hacer otra cosa que ofender. Mirá, mamá, sabés que sos vos, sos una amargada.
MARY: Seré una amargada, pero no soy una idiota como vos, que te dejás usar por un tipo que ni conocés. No, ya vas a ver dónde se van tus fascinaciones, y después vas a venir a llorar aquí, "que el director de orquesta nos usó, que fuimos unos estúpidos". Acordate lo que te digo, y no te olvidés; estás perdiendo el tiempo, tanto vos como tus amiguitos. Y ese viejo chupasangre se hace sus pesos y su propaganda a costa de Uds.
DORA: Decime, mamá, ¿nunca tuviste ilusiones?
MARY: En mi casa había que trabajar, y no había para tantas milongas. Mi única ilusión era casarme con un hombre decente y vivir decentemente.
DORA: ¿Y qué es vivir decentemente? ¿Estar encerrada aquí, cocinando, planchando, mirando la televisión?
MARY: ¿Y qué te pensás vos que es la vida? Claro, para vos vivir es fácil, si papá trabaja, si la nena estudia y siempre tiene para comprarse ropa, si sale los sábados, si no sabe lavarse una bombacha. No, si la nena no nació para estas cosas. ¿Para qué está la madre, para qué está la sirvienta de la casa, y el padre trabajando como un burro? Más decente serán esas locas que se la pasan puteando en el teatro.
DORA: Las chicas son decentes, o te creés que hay que ir al teatro para ser puta. O me vas a decir que la tía Elvira iba al teatro.
MARY: Bajá el tono o te rompo los dientes.
DORA: Vos rompés los dientes cuando no te conviene.
MARY: Mi hermana tuvo mala suerte, eso es todo.
DORA: Pero no tenía ilusiones de bailarina ¿no? (Sale.)
Se apagan las luces.

ESCENA 11

Se encienden las luces. Mary y Daniel como padres de Dora.
DANIEL: ¿Siempre llega tan tarde?
MARY: Cada vez peor.
DANIEL: Es peligroso que ande por ahí a estas horas.
MARY: (Llorosa, ya está más vieja.) Yo no sé, ya no se le puede decir nada. Antes era la facultad, después empezó con lo del teatro, y ahora dice que se tiene que quedar en la oficina. ¿Ay viejo, estoy tan amargada! ¡Ya no sé, a veces pienso...!
DANIEL: Vamos, vieja, no desconfiés de tu hija. Ahora está trabajando, nos pasa algo de su sueldo, no se compra ropa, sábados y domingos está tirada escuchando música, no sale... ¿Qué querés que le diga? Si hasta me da lástima; ya no tiene amigos, está como triste, como...
MARY: (Interrumpe.) ¡Mejor que no tenga amigos! ¿O querés que termine como Marcos, o como esa otra, la Mary...?
DANIEL: ¿Se fue a París, ¿no?
MARY: Claro, cuando las cosas no anduvieron bien se fue enseguida. En cambio Dora pagó las consecuencias. No me dice nada, pero yo se lo anticipé. Por eso anda con la cara larga, porque se dio cuenta que los padres tienen razón. Un día le dije: "te  están usando, ese viejo los está usando". Pero, ella... tenías que ver, ¡estaba fascinada con su Director de Orquesta! Ahora ese teatro está cerrado, dejó de estudiar, y trabaja como una burra. ¿Alguien la ayudó, decime alguien la ayudó? Hasta un día insultó a Elvira, y ahora tiene que ir a pedirle ropa si quiere ir a alguna parte.
DANIEL: ¡Las vueltas de la vida!
MARY: No hay que escupir para arriba. Mejor callarse, porque uno no sabe de quién va a necesitar. Si Elvira no nos daba ese dinero, no sé con qué hubiésemos sobrevivido. Ahora le bajó el copete, ahora que ella trabaja se da cuenta de lo que es el sacrificio de su padre.
DANIEL: ¡Los jóvenes viven de ilusiones!
MARY: Las ilusiones no sirven para llenar el estómago.
MARCOS: Pero algún día hay que vivir de ilusiones, aunque sea uno solito. ¡Pobre Dora, está tan triste...!
MARY: Le hará bien, así se irá dando cuenta de que la vida no es fácil.
DANIEL: Es cierto. Pero si no me hubiesen despedido, tal vez sería médica.
MARY: Mirá, yo creo que hizo bien en dejar la facultad. Si no le gustaba, viejo, hay que convencerse. Vos querías que estudiara medicina, pero esta hija tuya tiene la cabeza fresca. ¡El bailecito, a ella le importaba el bailecito! Mirala ahora cómo está de gorda, ni la chacarera puede bailar.
DANIEL: ¡Callate, vieja, que ahí viene!
DORA: (Entrando.) ¡Hola viejo, cómo estás! ¿Qué tal mamá? ¿Qué hacen levantados? Es tardísimo.
MARY: ¿Qué te quedaste haciendo hoy?
DORA: Mamá, por favor no empecés
MARY: (Irónica.) ¿Tuviste horas extras o te encontraste con alguna amiguita?
DORA: ¡Por favor, mamá!
DANIEL: Tu madre se quedó para calentarte la cena.
DORA: Papá, yo no le pido que se quede. Duerman, háganme el favor, acuéstense.
MARY: (A Daniel.) Claro, no ves, si esta mocosa no te agradece nada.
DORA: Mamá, si te quedás, te quedás porque querés.
MARY: No, no te digo, si criar hijos para qué... para que te den una patada.
DANIEL: Tu madre está cansada, Dora, comprendela.
DORA: Pero, papá, ¿quién me comprende a mí? Trabajo todo el día, me quedo cinco minutos tomando un café con un amigo y...
MARY: Empezá de nuevo, dale, a ver si terminás como la otra vez.
DORA: (Enojada.) ¿Vas a seguir revolviendo mierda?
MARY: ¡Ah! Ahora es mierda, antes era fascinación...
DANIEL: ¡Cállense, por favor, los vecinos que van a decir!
DORA: Los vecinos me importan un comino...
MARY: Sí, te importa todo un comino, ¡qué te va a importar a vos...! A vos no te importa nada, ni tus padres, que se quedan a esperarte. Decime ¿no podías avisar?
DORA: Pero si me encontré con Daniel, cuando iba a esperar el colectivo, cómo iba a saberlo...
MARY: (A Daniel.) No te digo, otra vez. ¿Y qué quiere ese Daniel ahora?
DORA: No mamá, no es Daniel el del teatro. Es el chico que vivía acá a la vuelta, el hijo de la almacenera.
MARY: ¡Ah, menos mal! Porque vos sos tan... tan... mirá, no sé cómo decirlo... que sos capaz de empezar otra vez. No te sirve nada de escarmiento.
DORA: ¡Qué escarmiento! Mirá cómo estoy yo, si hubiera seguido bailando estaría en París.
DANIEL: ¡Muerta de hambre quizá!
MARY: O en un foso. O no sabés lo que pasó... (Hace un silencio.) ¿No sabés lo que le pasó a tu amigo Marcos?
DORA: ¿Qué le pasó?
MARY: Lo mataron. 
Dora empieza a sufrir conversiones. Sube lentamente las gradas con música de fondo y va enloqueciendo. Debe llegar hasta la tarima donde se ubicaba en la escena inicial, y allí empezará otra vez con la latita y la piedra. Se apagan las luces.

ESCENA 12

Se enciende una luz sobre Marcos; está sentado como hablándole a su padre en un féretro durante el velorio.
MARCOS: Adiós papá. Parece imposible. Me resulta extraño saber que no voy a verte más. Mirarte como te miraba esos mediodías que agobiado desandabas los canchones del ingenio, con las manos en los bolsillos, ocultas, apretando no sé qué... tal vez impotencia, bronca, frustración... Entonces me llamabas, ¡Marquitos!... Tu sonrisa quedó ahí, papá; retorcida entre válvulas, vapores y calderas. Poco a poco te exprimió. Quizá por eso el azúcar sea tan dulce, papá; porque se roba todas las sonrisas, porque te deja un hueco negro que sólo te permite comer para que cada mañana la sirena te indique que el monstruo te espera, humeante, enorme, haciéndote saber que es poderoso. Yo voy a reconstruir tu tiempo, papá, voy a arrancarte del olvido, fundiré tu esperanza amortajada con la mía y entonces la daré, limpia como una perla, a los que vienen, a los que nacen, a los que paridos sin pausa que ya están palpitando la esperanza.

ESCENAS 13, 14 y 15


ESCENA 13

Se enciende la luz en el lugar donde Daniel estaba en la escena inicial. Está trabajando. Los demás personajes asumen los roles de oficinistas. El tono será marcadamente monocorde.
MARCOS: Daniel, el gerente quiere que le pases las planillas de costos.
MARY: (A Daniel). No te olvides de tildar la suma de los ingresos de ayer.
DANIEL: Está bien, está bien. Che, Hugo, alcanzame la fotocopia de los ingresos. Tengo diferencia.
DORA: Encontrala rápido, porque el gerente está furioso.
DANIEL: (A Marcos.) Dale, che, traeme la fotocopia de los ingresos; mirá que si me pregunta por qué no están sumados, le bato que vos no los ordenaste.
MARCOS: ¡No seas bocina, haceme el favor! ¿Qué querés que haga si en el archivo está todo mezclado?
DANIEL: ¿Quién lo mezcló? Un culpable debe haber.
MARCOS: Si buscamos al culpable, no encontraremos el comprobante; si no encontramos el comprobante, no te puedo pasar los ingresos; si no te paso los ingresos, no podés sumarlos; si no los sumás, el gerente te echa.
DANIEL: Dejá de hablar pavadas y pasame los ingresos.
MARY: (A Daniel.) Te buscan por el problema de la factura mal especificada. El tipo dice que...
DANIEL: No puedo atenderlo, el gerente quiere los ingresos sumados.
MARY: Mejor atendelo, porque el tipo está por hacer un escándalo. 
DORA: Y si hace escándalo, el gerente te echa.
MARCOS: (A Mary.) Che, petisa, hay que marcar las crucecitas en esta lista.
MARY: Yo ya lo sumé, y el resultado está bien.
MARCOS: Pero hay que ponerle las crucecitas.
MARY: Y yo te digo que la suma está bien.
MARCOS: Y yo te digo que hay que ponerle las crucecitas, porque...
DANIEL: Porque si no le ponés las crucecitas, el gerente te echa.
MARY: Yo no tengo tiempo ahora, tengo que pasar a máquina el informe técnico.
DANIEL: Yo, tampoco, no me mirés (A Marcos.), y tengo que sumar los ingresos.
DORA: (Pasando.) Vida o muerte, lo hago yo, traé.
MARCOS: Daniel, hay una señora que te busca. 
DANIEL: ¿Quién es?
MARCOS: No sé. No la vi nunca. Nunca vino a la oficina. 
DANIEL: ¿Y me quiere ver a mi?
MARCOS: Preguntó por vos.
DANIEL: ¿Asuntos de negocio?
MARCOS: ¡Qué sé yo, che! Si querés atendela, y si no, mandala a la mierda. Hacé lo que quieras. Te creés que soy tu secretario, ¿o te creés que sos el gerente de la empresa?
DANIEL: No te enojés, boludo. Decile que venga.
MARCOS: Señora, pase.
DORA: Perdone. ¿No se acuerda de mí?
DANIEL: No, señora, últimamente no quiero acordarme de nada.
DORA: ¡Ojalá pudiera hacerlo yo! ¿Sabe quién soy?
DANIEL: No, señora, ya le dije. Y le ruego que no me haga perder el tiempo. ¿Qué problema tiene?
DORA: Bueno, no es un problema de oficina.
DANIEL: Entonces no puedo atenderla.
DORA: Por favor. Yo soy la madre de Marcos.
DANIEL: ¿De quién?
DORA De Marcos. ¿No se acuerda? Era compañero suyo.
Se prenderá la luz que ilumina la mesa central. Marcos está sentado en su lugar y hablará desde ahí. Luego irá hacia Daniel.
MARCOS: ¿Te acordás, hijo de puta? Borraste todo, todo.
DANIEL: (Contesta desde el escritorio, la luz cede.) ¿Cómo no me voy a acordar? Si precisamente lo que quiero es olvidarte.
MARCOS: (Se acerca a Daniel.) ¿Olvidarme? ¿Por qué? Decime ¿qué mal te hice?
DANIEL: En realidad ninguno, y a la vez todo.
MARCOS: ¡Eh, me parece que estás exagerando! Después de todo, la joda del teatro no fue tan fea. Hasta te diría que la necesitabas.
DANIEL: Todos la necesitábamos, es cierto. Pero fue inútil...
MARCOS: Eso no, che, cualquier cosa menos inútil. ¿Te acordás cuando te fui a ver aquella tarde al club?
Empiezan a subir por las gradas, como si pasearan por un parque. Se va apagando la luz sobre el escritorio y Dora desaparece.
DANIEL: ¡Mirá que me la vendiste!
MARCOS: Escuchame, Daniel, en el teatro hay un lugar para vos; dale, sumáte, que te necesitamos.
DANIEL: Y qué voy a hacer yo en el teatro. ¡Estás loco!
MARCOS: La Mary, te acordás, está por bailar. Viene el Director de Orquesta y ella quiere actuar. Pero necesitamos gente en el elenco, en el teatro hay problemas de guita y vos sabés...
DANIEL: ¿Y quién te dijo que yo bailo?
MARCOS: Si no es para bailar. Es para relleno del escenario. Se necesita un paje, un sirviente.
DANIEL: No, che, dejame de joder. La última vez que actué fue en el colegio, y viste cómo terminó.
MARCOS: Pero no seas boludo, Daniel, si hasta tenemos un traje genial… (Ironiza.) …lleno de chirimbolos dorados. Estarás mejor que en el colegio.
DANIEL: No me cargués, haceme el favor.  Ya bastantes papelones me hizo hacer esa profesora hija de puta, que me chamuyó como tres horas para que actuara de león.  Mirame bien, ¡yo, de león!  ¡Hija de puta!
MARCOS: Bueno, ahora es más humilde.  Harás de sirviente.
DANIEL: No, marcos, estoy estudiando, tengo mucho que hacer en la facultad.  Eso me llevará mucho tiempo y yo…
MARCOS: No, che, ensayás uno o dos días y listo.
DANIEL: ¿Estás seguro?
MARCOS: Pero claro.  No te voy a mentir.
DANIEL: Y, bueno, si son nada más que dos días, acepto.
Llegan al otro extremo de las tarimas.  Se enciende la luz.

ESCENA 14

Marcos desaparece. Dora hará de madre de Daniel.
DANIEL: Mamá ¿sabés una cosa? Conseguí trabajo.
DORA: ¿Qué?
DANIEL: Esto, trabajo en una financiera. Horario corrido y buen sueldo. Ésta es la mía, vieja.
DORA: Pero, vos estás loco. ¿Y la carrera?
DANIEL: Mamá, ya te dije, la carrera la seguiré cuando pueda. Ahora quiero trabajar y hacerme un porvenir.
DORA: ¡Porvenir! ¡Pero qué estás diciendo! El porvenir en una oficina. ¡Realmente estás loco! No, m´hijito, nada de oficina. Ud. estudia. La pensión de tu padre nos alcanza y...
DANIEL: No, mamá. Estoy decidido. La carrera no sirve para nada, (Lo que sigue lo dirá por equivocación.) la facultad es un quilombo... yo no quiero ir más.
DORA: Tu porvenir es la carrera, es la voluntad de tu padre. Y no se discute más.
DANIEL: No se discute más, es cierto, porque yo me meto en la oficina y mando la facultad a la mierda. El porvenir es la oficina, las finanzas, la guita.
DORA: ¿Pero qué porvenir tuvo tu padre, con veinte años de banco? Decíme.
DANIEL: El de tener esta casa, y el de tener comida por muchos años y coche y buena ropa. Basta. La carrera no me interesa.
DORA: ¡Me vas a matar, eso, me querés matar a disgustos!
DANIEL: Mamá, no exagerés.
DORA: (No lo escucha, sofocada y llorosa.) Primero el teatro ¿y para qué? Para venir todas las noches tarde, gastando el tiempo y el dinero para nada, ahora la facultad que no querés ir más. Pero, decíme ¿qué querés hacer de tu vida? Y encima meterte en esa oficina, a vegetar durante años. ¡Ay, mi Dios, cuándo vas a tomar la vida en serio! Nunca hacés nada concreto, siempre en el aire, en idioteces que no te llevan a nada. Y la carrera, eso, la carrera, que es lo único que puede darte un porvenir... el título, lo único que puede abrirte las puertas, ¡Ah, no, eso no! ¿Para qué? ¡La oficina! Hacer sumas inútiles, papeles inútiles, trabajar para otro, y ganar un sueldo miserable. Si tu padre viviera, se moriría de disgusto.
DANIEL: ¡Basta, mamá, si seguís con la cantilena, me voy! Eso, me voy.

ESCENA 15

Daniel avanza unos pasos y se encuentra con Mary que asume el rol de esposa. Mary está mal vestida y planchando.  Dora desaparece y va a colocarse en el lugar del escritorio, para asumir nuevamente el rol de madre de Marcos.
MARY: ¡Claro, para vos es muy fácil irte! Vos siempre arreglás todo con irte. ¿Qué te importa? total tu mujer se arregla como puede ¿no? Mirá Daniel, estoy cansada, cansada de esta vida miserable. Hoy vino el dueño del departamento a cobrar; le dije que le pagaríamos cuanto antes... ¡Me miró con una cara! Estoy harta de pasar vergüenza, harta, ¿me entendés? Harta de mentir en la panadería, en la verdulería, en todas partes... ¡Pasar por una tramposa! Yo, que nunca debí un peso a nadie: es mejor ser pobre y decente. Y todo por querer dar el paso más grande que la pierna.
DANIEL: ¿Qué querés decir?
MARY: Eso, lo que sabés. Porque a vos lo único que te importa es la apariencia. Tu madre te crió como un nene. Claro, la señora quería que fuera de la sociedad, todo un profesional. Y lo único que logró fue tener un inútil.
DANIEL: No te permito que hables de mi madre.
MARY: Voy a hablar todo lo que quiero. No, si lo tengo merecido. Mi padre tenía razón. Estos mucho copete, pero te vas a morir de hambre. Y tenía razón, ¡ay, si la tenía! Y yo como una idiota confié en vos. Dejaste la facultad, te buscaste lo más fácil, un trabajito en una oficina de mierda que apenas si nos da de comer.
DANIEL: Mirá, si no te gusta, te vas. ¿Ves esa puerta? Cuando quieras, ya sabés.
MARY: No ves, vos lo arreglás todo con rajar. ¡Claro, eso es lo que tendría que haber hecho hace rato! Me hubiera puesto a trabajar, a coser para fuera con mi madre, y hoy estaría en una posición más digna. (Daniel quiere hablar, pero no lo deja.) Pero no, la señora de un aristócrata, no puede trabajar, ¡qué va a decir la gente! ¡Qué van a decir las amigas de la suegra...! Sabés, estoy cansada de luchar contra fantasmas que vos imponés, porque no querés aceptar que te faltan fuerzas y que no podés triunfar.

ESCENAS 16, 17 y 18



ESCENA 16


De regreso a la oficina.
DORA: De Marcos ¿No se acuerda? Era compañero suyo.
DANIEL: ¡Ah, sí, Marcos! Compañero de teatro. ¡Y qué le pasa?
DORA: (Llora.) Bueno... Ud. verá. A Marcos... Marcos murió, Ud. comprende.
DANIEL: ¿Cómo?
DORA: Bueno... Ud. comprende... él estaba muy... entusiasmado por el teatro y... (Llora.)
DANIEL: Está bien, señora, no se ponga así. ¿Qué la trae por aquí?
DORA: Mire, Ud. verá, llegó esta carta para Marcos. Viene de París. Es de Mary. Creo que era amiga de Uds. Claro, pobrecita, ella no sabe nada que... Y yo no me animé a abrirla. Estoy tan angustiada, tan dolida... Entonces, pensé que como Uds. eran amigos, tal vez Ud. tuviera algo más en común con esta carta. Tal vez Ud. pueda contestarla, no sé... Mire, aquí la tiene.
(Saca un sobre y se lo ofrece a Daniel.)
DANIEL: (Lee en voz baja, rápidamente.) Bueno, señora, está bien, déjemela, no se preocupe. Voy a ver qué hago.
DORA: Le agradezco mucho, y perdone la molestia (Sale.)
DANIEL: No, señora, por favor, no tiene que disculparse.
MARCOS: (En el rol de empleado.) Che, Daniel, ¿quién era esa vieja?
MARY: ¿Y qué quería? ¿Pasa algo?
DANIEL: (Retomando su trabajo, como si no hubiera ocurrido nada.) No, no pasa nada.

ESCENA 17

Marcos ha regresado a la mesa central.
MARCOS: ¡Vamos, vengan todos! Creo que al final, la ilusión del teatro debe ser festejada.
DORA: (Acercándose a la mesa.) ¡Los viejos tiempos, cuando nos reventábamos de esperanzas! ¡Sí, merecen un brindis! Me adhiero (Grita con la copa en alto.) ¡Viva el Director! 
MARY: No, por eso no brindo. Yo...
DANIEL: Lo mejor es no brindar por nada; lo mejor es brindar por el olvido.
DORA: Pero, Uds. están locos. ¿Por qué no quieren brindar por el Director? Al fin y al cabo...
MARY Y MARCOS: Al fin y al cabo ¿qué?
DANIEL: Al fin y al cabo está muerto. Y que descanse en paz.
DORA: No, no está muerto. Está en nuestra memoria, está en nuestro pasado, está presente, ¡Vive, entienden, vive!
MARY: Vos estás loca. Estará en nuestro pasado, pero está muerto.
DANIEL: Lo que pasa es que si no se hubiese muerto justo cuando había tantas posibilidades...
MARCOS: Todo hubiese sido igual. Traía su partitura, y estaba dispuesto a imponerla. No hubiera cambiado nunca.
DORA: Hubiera cambiado, te lo digo yo.
DANIEL: ¿Y vos quién sos? ¿La amante escondida? ¿O te vas a contar alguna historia que mantuviste en secreto por homenaje a su memoria?
DORA: Sos un idiota, eso, nos fuimos a la mierda con el teatro, porque somos unos idiotas, unos estúpidos, como él decía. Él tenía más experiencia, y nosotros éramos unos tilingos que queríamos improvisar todos los espectáculos.
MARY: Es inútil. Lo peor de todo, es que ésta sigue fascinada. Y al fin y al cabo creo que...
DORA: ¡Cuidate de lo que vas a decir, porque si vas a hablar mal del Director, aquí estoy yo para defenderlo!
DANIEL: Defensora de pobres, muertos y olvidados.
MARCOS: Muertos, pero no pobres, ni tampoco olvidados. Ése es el problema.
MARY: Si sopesamos las cosas, creo que Marcos tiene razón. Ésa es la fórmula del problema.
DANIEL: ¿La fórmula para qué?
MARY: Para empezar de nuevo.
DANIEL: ¿Y vos tenés ganas de empezar de nuevo?
MARCOS: No, empezar de nuevo es inútil. No lleva a nada.
DORA: Eso te parece a vos. ¡Si yo pudiera volver al teatro!
DANIEL: Harías las mismas cagadas de siempre.
DORA: No seas estúpido. Lo que pasa, es que a vos te faltan bolas.
MARY: Se las cortó el Director de Orquesta, ¿o me equivoco?
MARCOS: (Ironizando también él, con tono sobrador.) Se las cortó el teatro. (Todos ríen menos Daniel, que empieza a gritar.)
DANIEL: No me hablen más del teatro. No quiero saber nada con el teatro. No quiero actuar, quiero que me dejen en paz.  (Empieza a ahogarse el grito en llanto.) (A Marcos.) Vos me engatusaste con el teatro. (A Dora.) Vos me engatusaste con el Director.
MARY:(Risueña, también a gritos.). Yo no te engatusé con nada.
DANIEL: Pero te fuiste, te fuiste, te cortaste sola. Yo me quedé, entendelo, yo me quedé y me banqué todo (Camina a su escritorio.)
DORA: (Empieza a caminar hacia el lugar de la escena inicial, también empieza a gritar llorando). Yo también me quedé, pero no aguanté más, no aguanté más, les juro que no pude, no resistí, no resistí.
MARCOS: Yo me quedé, yo me quedé también, a pelear, a pelearla, pero fue inútil, fue inútil... Vengan, brindemos igual, no se vayan, se los ruego, no me dejen, no me olviden, no se pierdan... Al fin y al cabo, yo, yo... (Se vence.)

Cada uno de los personajes está en la misma posición de la escena inicial. Comienza a sonar el rock de la primera escena. Dora con su latita, Mary bailando, Daniel en su escritorio. Cada uno en lo suyo. Marcos sube la escalera del reloj.
MARCOS: Vuelvan ¿a dónde van, a dónde van? (Repite la frase hasta que se entristece al lado del reloj. Los mira.)

ESCENA 18

Mary y Daniel de pronto comienzan a mirarse. Se sonríen. Se reúnen. Se abrazan y van en busca de Dora. Dora continúa psicótica. Marcos, desde el reloj, sonríe. Mary, Dora y Daniel avanzan hacia el público. Bajan a la platea y comienzan a tomar y acariciar las manos del público. Comienza a sonar la canción.

Despertar 
de un sueño circular.
Recordar
para crecer y amar.
No repetir,
siempre cambiar
para vivir
en lo real.

Alégrate.
No llores más. 
Lo que se fue
aún vive en ti, 
te hará crecer, 
te hará cambiar, 
tu realidad.

Despiértate.
No temas más.
Acércate.
Insiste otra vez.
Trata de hablar.
Ya aprenderás:
no hay que olvidar
lo que se fue.

Ven junto a mí,
que así sin más,
el vino es fiel,
y brindarás,
conmigo aquí
bajo el reloj

Luego, desde el escenario.
DANIEL: Señor, señor, me puede decir la hora. (Insiste hasta que alguien en el público le da la hora. Marcos pone la hora en el reloj del escenario.)
FIN.