viernes, 18 de febrero de 2011

ESCENAS 1, 2 Y 3


ESCENA 1

En el escenario hay unas tarimas, desniveles. Algunas sillas y una mesa en el centro. En escena, un inmenso reloj y una escalera. Luces apagadas. Música de rock.
Mary aparece bailando. Inmediatamente un foco ilumina a Dora, que está sentada en el suelo jugando con una latita de conserva, en la cual introduce y expulsa constantemente una piedrita. Otro foco alumbra a Daniel, que está trabajando en su escritorio en una oficina; escribe a máquina, atiende el teléfono, etc.
Desde el público aparece Marcos y se dirige al escenario. Se detiene en medio de la sala.
MARCOS: (A un espectador.) Señor, por favor, ¿me puede decir la hora? (Insiste hasta que alguien del público le dé la hora.)
Marcos sube al escenario, trepa a la escalera y en el reloj pone la hora que le acaban de dar. Luego baja. Mientras Mary baila, Daniel trabaja y Dora juega con su latita. Nadie se mira. Marcos, con las luces del escenario, no ve a los otros.
MARCOS: ¿Dónde están? ¿Dónde se han metido? ¿Qué están haciendo? (A Mary.) ¡Mary, vos bailando! (A Daniel.) ¡Vamos, Daniel, abandoná un poco tu acelerador y acercate! (A Dora.)  ¡Che, Dora, despertate!
MARY: (Bajando de su tarima.) ¿Qué alboroto es éste?
MARCOS: Este es el alboroto del encuentro (Grandilocuente.) Una mesa, una copa de vino, los amigos, ¿qué más se necesita para ser feliz?
DANIEL: (Automáticamente, desde su escritorio.) Tiempo, se necesita tiempo.
DORA: (Bajando de su tarima.) La felicidad está más allá del tiempo.
MARCOS: (Con intención.) O más acá. No importa. Lo mejor es que nos sentemos a charlar un poco. Hagamos un brindis ¿qué les parece?
MARY: (Histérica.) Bárbaro, me parece bárbaro.
DORA: (Grandilocuente.) El vino nos hará olvidar, nos llevará a una dulce locura, a la locura divina del licor.
MARY: (Sigue el tono de Dora.) A la locura de la danza, al frenesí del cuerpo. ¿Y Daniel?
DORA: ¿Qué espera que no viene?
MARCOS: (Grita.) ¡Daniel!
MARY: Parece que no escucha.
MARCOS: Lo llamaremos los tres juntos. A la una, a las dos y a las tres.
MARCOS, MARY Y DORA: ¡Daniel!
DANIEL: ¡Qué quieren?
DORA: Queremos perder el sentido con el vino. 
DANIEL: (Acercándose al grupo y a la mesa central.) No exageren, no es para tanto. Bajen un poco, que el vino nos hará recordar.
Los cuatro están ahora sentados a la mesa central.
DORA: Eso, recordar, yo quiero recordar, necesito traer las imágenes de entonces a esta mesa, junto a este brindis convocar las palabras. (La dirección debe marcar bien que Dora antes afirmó que no quería recordar y ahora quiere, se adapta fácilmente a las situaciones.)
DANIEL: No, che, mejor no recordemos nada.
MARCOS: Entonces brindemos por nuestra juventud, por nuestros recuerdos...
MARY: Al menos brindemos por nuestras ilusiones en el teatro, ¿se acuerdan?
DORA: Eso, por aquel espectáculo que nos vio a todos metidos ¿te acordás, Daniel, el éxito, la furia que había en el público aquella noche? El teatro era un mundo de gente.
MARY: Mejor decí que el mundo era un teatro.
MARCOS: (Grandilocuente.) El gran teatro del mundo.
DANIEL: No olvidaré jamás cómo me costó disfrazarme.
MARY: (Sobradora.) ¡Para lo que tenías que hacer! En cambio yo, ¡primera bailarina del elenco! ¡Se me pone la piel de gallina de pensarlo!
DORA: Me acuerdo que yo estaba sentada detrás del director. Lo veía todo, lo observaba todo. Eso, exactamente, hacía todo lo que Uds. no podían hacer: mirar el espectáculo ampliamente, su grandilocuencia, sus luces, sus...
MARCOS: (Interrumpiéndola.) Era la gran fiesta, ¡la gran fiesta del mundo!
DANIEL: En ese momento el mundo no importaba nada. Yo me moría de miedo entre bambalinas. Veía a Mary tan exuberante, tan segura de sí, que realmente sentía miedo, me sentía... pequeño.
DORA: El director nos hacía sentir pequeños a todos, creo que de algún modo lo éramos.
MARY: ¿Se acuerdan el día que llegó? (Se apagan las luces.)

ESCENA 2

Se encienden las luces. Los personajes sobre una de las tarimas.
MARY: Llegó, llegó el director. Vamos, che, pongan un poco de orden.
DORA: (Sobradora.) ¡Ay, la señorita bailarina quiere sobresalir!
DANIEL: ¡Quiere hacer méritos!
MARY: Claro, tantos años de estudio, ¿te pensás que los voy a tirar por la ventana en un ataque de humildad?
MARCOS: ¿Y qué vas a hacer?
MARY: Lo que sea, necesito, quiero actuar. Éste es mi momento.
DORA: Dicen que el Director es un gran seductor.
MARY: No podrá conmigo. Me fingiré desprotegida, y a la vez potente (Cómica.). Caerá en mi trampa. Seré como una araña y tejeré mis redes. El Director se postrará ante mi talento.
DANIEL: A ver si se postra ante tu cama.
MARY: Estoy dispuesta a todo. Seré la primera bailarina. Quiero actuar (Se apagan las luces.)

ESCENA 3

Se encienden las luces. Los personajes están sobre otra tarima. Suena de fondo la “Marcha Triunfal” de Aída, de Verdi. Los personajes saltan y gritan. Llevan carteles que dicen: ¡Viva el Director de Orquesta! ¡Bienvenida! ¡Ésta es su casa, Director!
DORA: (A los gritos.) Llegó, estoy enloquecida. Llegó el Director.
DANIEL: ¿Y qué querés que hagamos?
DORA: Vamos, che, no se pongan rebeldes ¿eh?  Levantá esos carteles. Este día hay que festejarlo.
MARY: (A Dora.) Si te ven tus viejos con esos carteles, tenemos sermón hasta el Juicio Final.
DORA: Mis viejos no entienden nada.
DANIEL: A ver si tienen razón y este tipo nos usa como chorlitos para promocionarse.
MARY: Dejá de inventar pavadas. ¿Pensás que con la edad que tiene necesita promocionarse?
MARCOS: No sé si promocionarse, pero de todos modos, lo mejor será convencerlo de que cambie de partitura.
DORA: Nada de plantearle problemas, che. Recién llegó y no vamos a enquilombarlo. Él sabe lo que hace.
Se apagan las luces. Termina la música.

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