viernes, 18 de febrero de 2011

ESCENAS 4, 5 Y 6

ESCENA 4


Se encienden las luces. Los personajes están sobre otra tarima.
MARCOS: Llegó, che, el Director de Orquesta está aquí. Hay que apurarse. (Lleva en la mano papel y lápiz).
DORA: ¿Apurarse? ¿Para qué?
MARCOS: Para convencerlo.
DANIEL: ¿Convencerlo de qué?
MARCOS: De que cambie la partitura.
MARY: Marcos tiene razón. No vamos a bailar siempre lo mismo.
DORA: (Enojada.) No bailarás lo mismo, ya vas a ver. Él tiene mano maestra y vos sos una bailarina de tres por cuatro, acostumbrada a bailar con director de tres por cinco.
MARCOS: No discutan. Yo creo que nuestro deber es sugerirle que cambie la partitura. Un espectáculo con nuestra música tendría más éxito.
MARY: Yo estoy de acuerdo. (A Daniel.) ¿Y vos?
DANIEL: Y bueno, sí, si Uds. están de acuerdo, firmamos. Dora ¿estás de acuerdo?
DORA: (No muy satisfecha.) Y, si todos firman, firmaré yo también.
MARCOS: Vamos, apuren, a ver si el viejo se nos muere (Mientras los demás firman, dice esto con ironía.)
MARY: (Enojada.) No seas estúpido, que es mi única oportunidad.
DORA: (Grandilocuente.) Los mitos nunca mueren, se desplazan.
MARCOS: O se olvidan.


ESCENA 5


Los personajes empiezan a bajar y se sientan otra vez en la mesa del centro.
MARY: (A Daniel, irónica.) Y vos te olvidaste de firmar.
DANIEL: ¿Qué decís?
MARY: Que te olvidaste de firmar ¿O me equivoco?
DANIEL: De cabo a rabo. Yo firmé sin tener pasaporte a ninguna parte. ¿Soy claro?
MARY: ¿Qué estás insinuando?
DANIEL: Exactamente lo que vos entendés bien.
DORA: No hablen cifrado, no entiendo nada.
MARCOS: ¿Qué es eso del pasaporte?
MARY: Una ganzada de este cobarde que siempre se retiraba en los momentos comprometidos.
DANIEL: Mirá, yo seré cobarde, pero vos no te quedás atrás. Porque es fácil comprometerse con un pasaje a París en la cartera, un pasaporte al día y un contrato firmado para sobrevivir en cualquier parte.
MARY: Eso es una calumnia. Yo firmé el contrato porque era importante para mi carrera.
DANIEL: (La discusión sube de tono.) Vos firmaste para tener un comodín; por si la cosa en el teatro se te venía encima.
MARY: Yo quería actuar aquí.
DANIEL: (Irónico.) Por supuesto, mientras no hubiera río revuelto.
MARY: ¿Y creés que iba a soportar que me insultara el viejo idiota?
DORA: (Enérgica.) Vos te negabas a bailar.
MARY: Yo no iba a bailar lo que a él se le antojara.
DANIEL: Era la regla del juego.
MARY: Pues entonces yo no estaba decidida a jugar todas esas mojigaterías ¿entendés?
MARCOS: Lo que dice Mary es razonable.
DORA: No tanto. Porque cuando Mary se fue no había quién la reemplazara, y todo se fue a la mierda.
MARCOS: Pero, aunque se hubiese quedado, no hubiera podido bailar.
DANIEL: Pero hubiese podido formar gente, pelearla. ¡Claro, cuánto más fácil era irse, no?
Se apagan las luces.


ESCENA 6


Los personajes están sobre una tarima, cuando se enciende el reflector. Hay música de un rock americano frenético. Dora, Daniel y Marcos asumirán ahora los roles de alumnos de Mary, en París, tomando los nombres de Catherine, Pierre y Paul. Mary irá mezclando, junto con la música y el movimiento, el texto de la carta (subrayado) y texto de la clase.
MARY: Hacemos así. Vamos, Pierre, plié. Más, podés dar más. Catherine, hay que adelgazar un poquito. Hacemos así, uno, dos, tres. Media vuelta. Uno, dos, tres. Retomamos. Querido Marcos: no te imaginás lo que es estar aquí. Paul, esa pierna más alto. Más. Da para más. París es maravilloso, si lo vieras. Catherine, plié. Los hombros, bajen los hombros. No te imaginás, Marquitos, cómo quisiera estar con vos aquí. Compartir esto. Tengo todo lo que quiero; me dan todo, puedo hacer cosas. Vamos, esa cintura. Atención. Aquí no tengo censura y pagan bien. Arriba la cabeza. Yo cuento por vos, Pierre. Éste es el tiempo de nosotros. El siglo. Aquí vivís el mundo, sentís que estás en el mundo. Aquello era todo un atraso, una ignorancia. Hay que convencerse, Marcos. Más rápido, más rápido. No desplaces la cadera, Paul. En definitiva creo que estuve acertada en venirme. Aquello no daba para más. Vos viste lo que era el teatro; y el país estaba igual.  Era luchar en el desierto. Mirá Marquitos, pienso que son todos unos pequeños-burgueses sin horizonte. Cualquier cosita los asombra. Aquí, en cambio, estamos por montar un espectáculo alucinante. No hay límites. Hay desnudos, luces, cuerpos tatuados. Esto es el frenesí de la vida. Marcos, convencete, aquí está lo que nosotros necesitamos. No, Pierre, no Pierre, eso está mal. Si hasta parece que estas bailando un tango. Claro, un tango, de Piazzolla. (Mientras Mary se va fascinando con su discurso y bailando el tango, el rock desaparece y los alumnos miran sin comprender.) Y hasta me hacés acordar a un tango orillero. Algún día montaremos algo con tango. ¿Qué les parece? ¿Te sorprende Catherine? Siempre quise montar algo con música de tango, siempre me pareció que el tango daba para más. Miren, miren si no. Marcos ¿te acordás cuando queríamos hacer algo con música nuestra? En mi país algún día se bailará el tango en el Colón. Así, así. Llevará años, porque prefieren a Bach. Yo adoro Bach, es cierto. Pero creo que ahora todo pasa por el rock, y por el jazz. Y el tango hará estragos alguna vez. El tango, el tango, Buenos Aires, la patria. (Mira a los alumnos, que están apoyados sobre la barra y no logran entender este delirio de Mary. Se quiebra. Hace la mímica de que se sienta y empieza a escribir una carta. Los personajes descienden.)

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