viernes, 18 de febrero de 2011

ESCENAS 13, 14 y 15


ESCENA 13

Se enciende la luz en el lugar donde Daniel estaba en la escena inicial. Está trabajando. Los demás personajes asumen los roles de oficinistas. El tono será marcadamente monocorde.
MARCOS: Daniel, el gerente quiere que le pases las planillas de costos.
MARY: (A Daniel). No te olvides de tildar la suma de los ingresos de ayer.
DANIEL: Está bien, está bien. Che, Hugo, alcanzame la fotocopia de los ingresos. Tengo diferencia.
DORA: Encontrala rápido, porque el gerente está furioso.
DANIEL: (A Marcos.) Dale, che, traeme la fotocopia de los ingresos; mirá que si me pregunta por qué no están sumados, le bato que vos no los ordenaste.
MARCOS: ¡No seas bocina, haceme el favor! ¿Qué querés que haga si en el archivo está todo mezclado?
DANIEL: ¿Quién lo mezcló? Un culpable debe haber.
MARCOS: Si buscamos al culpable, no encontraremos el comprobante; si no encontramos el comprobante, no te puedo pasar los ingresos; si no te paso los ingresos, no podés sumarlos; si no los sumás, el gerente te echa.
DANIEL: Dejá de hablar pavadas y pasame los ingresos.
MARY: (A Daniel.) Te buscan por el problema de la factura mal especificada. El tipo dice que...
DANIEL: No puedo atenderlo, el gerente quiere los ingresos sumados.
MARY: Mejor atendelo, porque el tipo está por hacer un escándalo. 
DORA: Y si hace escándalo, el gerente te echa.
MARCOS: (A Mary.) Che, petisa, hay que marcar las crucecitas en esta lista.
MARY: Yo ya lo sumé, y el resultado está bien.
MARCOS: Pero hay que ponerle las crucecitas.
MARY: Y yo te digo que la suma está bien.
MARCOS: Y yo te digo que hay que ponerle las crucecitas, porque...
DANIEL: Porque si no le ponés las crucecitas, el gerente te echa.
MARY: Yo no tengo tiempo ahora, tengo que pasar a máquina el informe técnico.
DANIEL: Yo, tampoco, no me mirés (A Marcos.), y tengo que sumar los ingresos.
DORA: (Pasando.) Vida o muerte, lo hago yo, traé.
MARCOS: Daniel, hay una señora que te busca. 
DANIEL: ¿Quién es?
MARCOS: No sé. No la vi nunca. Nunca vino a la oficina. 
DANIEL: ¿Y me quiere ver a mi?
MARCOS: Preguntó por vos.
DANIEL: ¿Asuntos de negocio?
MARCOS: ¡Qué sé yo, che! Si querés atendela, y si no, mandala a la mierda. Hacé lo que quieras. Te creés que soy tu secretario, ¿o te creés que sos el gerente de la empresa?
DANIEL: No te enojés, boludo. Decile que venga.
MARCOS: Señora, pase.
DORA: Perdone. ¿No se acuerda de mí?
DANIEL: No, señora, últimamente no quiero acordarme de nada.
DORA: ¡Ojalá pudiera hacerlo yo! ¿Sabe quién soy?
DANIEL: No, señora, ya le dije. Y le ruego que no me haga perder el tiempo. ¿Qué problema tiene?
DORA: Bueno, no es un problema de oficina.
DANIEL: Entonces no puedo atenderla.
DORA: Por favor. Yo soy la madre de Marcos.
DANIEL: ¿De quién?
DORA De Marcos. ¿No se acuerda? Era compañero suyo.
Se prenderá la luz que ilumina la mesa central. Marcos está sentado en su lugar y hablará desde ahí. Luego irá hacia Daniel.
MARCOS: ¿Te acordás, hijo de puta? Borraste todo, todo.
DANIEL: (Contesta desde el escritorio, la luz cede.) ¿Cómo no me voy a acordar? Si precisamente lo que quiero es olvidarte.
MARCOS: (Se acerca a Daniel.) ¿Olvidarme? ¿Por qué? Decime ¿qué mal te hice?
DANIEL: En realidad ninguno, y a la vez todo.
MARCOS: ¡Eh, me parece que estás exagerando! Después de todo, la joda del teatro no fue tan fea. Hasta te diría que la necesitabas.
DANIEL: Todos la necesitábamos, es cierto. Pero fue inútil...
MARCOS: Eso no, che, cualquier cosa menos inútil. ¿Te acordás cuando te fui a ver aquella tarde al club?
Empiezan a subir por las gradas, como si pasearan por un parque. Se va apagando la luz sobre el escritorio y Dora desaparece.
DANIEL: ¡Mirá que me la vendiste!
MARCOS: Escuchame, Daniel, en el teatro hay un lugar para vos; dale, sumáte, que te necesitamos.
DANIEL: Y qué voy a hacer yo en el teatro. ¡Estás loco!
MARCOS: La Mary, te acordás, está por bailar. Viene el Director de Orquesta y ella quiere actuar. Pero necesitamos gente en el elenco, en el teatro hay problemas de guita y vos sabés...
DANIEL: ¿Y quién te dijo que yo bailo?
MARCOS: Si no es para bailar. Es para relleno del escenario. Se necesita un paje, un sirviente.
DANIEL: No, che, dejame de joder. La última vez que actué fue en el colegio, y viste cómo terminó.
MARCOS: Pero no seas boludo, Daniel, si hasta tenemos un traje genial… (Ironiza.) …lleno de chirimbolos dorados. Estarás mejor que en el colegio.
DANIEL: No me cargués, haceme el favor.  Ya bastantes papelones me hizo hacer esa profesora hija de puta, que me chamuyó como tres horas para que actuara de león.  Mirame bien, ¡yo, de león!  ¡Hija de puta!
MARCOS: Bueno, ahora es más humilde.  Harás de sirviente.
DANIEL: No, marcos, estoy estudiando, tengo mucho que hacer en la facultad.  Eso me llevará mucho tiempo y yo…
MARCOS: No, che, ensayás uno o dos días y listo.
DANIEL: ¿Estás seguro?
MARCOS: Pero claro.  No te voy a mentir.
DANIEL: Y, bueno, si son nada más que dos días, acepto.
Llegan al otro extremo de las tarimas.  Se enciende la luz.

ESCENA 14

Marcos desaparece. Dora hará de madre de Daniel.
DANIEL: Mamá ¿sabés una cosa? Conseguí trabajo.
DORA: ¿Qué?
DANIEL: Esto, trabajo en una financiera. Horario corrido y buen sueldo. Ésta es la mía, vieja.
DORA: Pero, vos estás loco. ¿Y la carrera?
DANIEL: Mamá, ya te dije, la carrera la seguiré cuando pueda. Ahora quiero trabajar y hacerme un porvenir.
DORA: ¡Porvenir! ¡Pero qué estás diciendo! El porvenir en una oficina. ¡Realmente estás loco! No, m´hijito, nada de oficina. Ud. estudia. La pensión de tu padre nos alcanza y...
DANIEL: No, mamá. Estoy decidido. La carrera no sirve para nada, (Lo que sigue lo dirá por equivocación.) la facultad es un quilombo... yo no quiero ir más.
DORA: Tu porvenir es la carrera, es la voluntad de tu padre. Y no se discute más.
DANIEL: No se discute más, es cierto, porque yo me meto en la oficina y mando la facultad a la mierda. El porvenir es la oficina, las finanzas, la guita.
DORA: ¿Pero qué porvenir tuvo tu padre, con veinte años de banco? Decíme.
DANIEL: El de tener esta casa, y el de tener comida por muchos años y coche y buena ropa. Basta. La carrera no me interesa.
DORA: ¡Me vas a matar, eso, me querés matar a disgustos!
DANIEL: Mamá, no exagerés.
DORA: (No lo escucha, sofocada y llorosa.) Primero el teatro ¿y para qué? Para venir todas las noches tarde, gastando el tiempo y el dinero para nada, ahora la facultad que no querés ir más. Pero, decíme ¿qué querés hacer de tu vida? Y encima meterte en esa oficina, a vegetar durante años. ¡Ay, mi Dios, cuándo vas a tomar la vida en serio! Nunca hacés nada concreto, siempre en el aire, en idioteces que no te llevan a nada. Y la carrera, eso, la carrera, que es lo único que puede darte un porvenir... el título, lo único que puede abrirte las puertas, ¡Ah, no, eso no! ¿Para qué? ¡La oficina! Hacer sumas inútiles, papeles inútiles, trabajar para otro, y ganar un sueldo miserable. Si tu padre viviera, se moriría de disgusto.
DANIEL: ¡Basta, mamá, si seguís con la cantilena, me voy! Eso, me voy.

ESCENA 15

Daniel avanza unos pasos y se encuentra con Mary que asume el rol de esposa. Mary está mal vestida y planchando.  Dora desaparece y va a colocarse en el lugar del escritorio, para asumir nuevamente el rol de madre de Marcos.
MARY: ¡Claro, para vos es muy fácil irte! Vos siempre arreglás todo con irte. ¿Qué te importa? total tu mujer se arregla como puede ¿no? Mirá Daniel, estoy cansada, cansada de esta vida miserable. Hoy vino el dueño del departamento a cobrar; le dije que le pagaríamos cuanto antes... ¡Me miró con una cara! Estoy harta de pasar vergüenza, harta, ¿me entendés? Harta de mentir en la panadería, en la verdulería, en todas partes... ¡Pasar por una tramposa! Yo, que nunca debí un peso a nadie: es mejor ser pobre y decente. Y todo por querer dar el paso más grande que la pierna.
DANIEL: ¿Qué querés decir?
MARY: Eso, lo que sabés. Porque a vos lo único que te importa es la apariencia. Tu madre te crió como un nene. Claro, la señora quería que fuera de la sociedad, todo un profesional. Y lo único que logró fue tener un inútil.
DANIEL: No te permito que hables de mi madre.
MARY: Voy a hablar todo lo que quiero. No, si lo tengo merecido. Mi padre tenía razón. Estos mucho copete, pero te vas a morir de hambre. Y tenía razón, ¡ay, si la tenía! Y yo como una idiota confié en vos. Dejaste la facultad, te buscaste lo más fácil, un trabajito en una oficina de mierda que apenas si nos da de comer.
DANIEL: Mirá, si no te gusta, te vas. ¿Ves esa puerta? Cuando quieras, ya sabés.
MARY: No ves, vos lo arreglás todo con rajar. ¡Claro, eso es lo que tendría que haber hecho hace rato! Me hubiera puesto a trabajar, a coser para fuera con mi madre, y hoy estaría en una posición más digna. (Daniel quiere hablar, pero no lo deja.) Pero no, la señora de un aristócrata, no puede trabajar, ¡qué va a decir la gente! ¡Qué van a decir las amigas de la suegra...! Sabés, estoy cansada de luchar contra fantasmas que vos imponés, porque no querés aceptar que te faltan fuerzas y que no podés triunfar.

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