viernes, 18 de febrero de 2011

ESCENAS 7, 8 Y 9


ESCENA 7
Se prende la luz sobre el lugar donde estaba Daniel trabajando en la Escena 1.   
MARCOS: (Hace de compañero de oficina.) Daniel, hay una señora que te busca.
DANIEL: ¿Quién es, Federico? (Los tonos de oficina siempre monocordes, inexpresivos.)
MARCOS: No sé. No la vi nunca. Nunca vino a la oficina.
DANIEL: ¿Y me quiere ver a mi?
MARCOS: Preguntó por vos.
DANIEL: ¿Asuntos de negocio?
MARCOS: ¡Qué sé yo, che! Si querés atendela, y si no, mandala a la mierda. Hacé lo que quieras. Te creés que soy tu secretario, ¿o te creés que sos el gerente de la empresa?
DANIEL: No te enojés, boludo. Decile que venga.
MARCOS: Señora, pase.
DORA: (Hará de madre de Marcos.) Perdone. ¿No se acuerda de mí?
DANIEL: No, señora, últimamente no quiero acordarme de nada.
DORA: ¡Ojalá pudiera hacerlo yo! ¿Sabe quién soy?
DANIEL: No, señora, ya le dije, y le ruego que no me haga perder el tiempo. ¿Qué problema tiene?
DORA: Bueno... no es un problema de trabajo.
DANIEL: Entonces no puedo atenderla.
DORA: Por favor. Yo soy la madre de Marcos.
DANIEL: ¿De quién?
DORA: De Marcos. ¿No se acuerda? Era compañero suyo.
DANIEL: (Medio molesto.) Ah, sí, Marcos. Compañero de teatro. ¿Y qué le pasa?
DORA: (Llora.) Bueno... Ud. verá. A Marcos... a mi hijo lo han muerto.
DANIEL: ¿Cómo?
DORA: Bueno... Ud. comprende... él estaba muy... entusiasmado con el teatro, y... (Llora.)
DANIEL: Está bien, señora, no se ponga así. ¿Qué la trae por aquí?
DORA: Mire. Ud. verá, llegó esta carta para Marcos. Viene de París. Es de Mary. Creo que era amiga de Uds. Claro, pobrecita, ella no sabe que... y yo no me animé a abrirla. Estoy tan angustiada, tan dolorida... Entonces, pensé que como Uds. eran amigos, tal vez Ud. tuviera algo más en común con esta carta. Tal vez Ud. pueda contestarla, no sé. Mire, aquí la tiene. (Saca un sobre y se lo ofrece a Daniel).
Mientras Daniel lee la carta al público, se escucha como música de fondo el preludio del tercer acto de La Traviata, de Verdi. Lo subrayado lo dice Mary desde la tarima que representa París. Se lee la carta entre ambos.
DANIEL: "Querido Marcos: hace tanto tiempo que pienso en vos. No sé qué me pasa. Al principio quería escribirte todos los días. Contarte las cosas de aquí, las pequeñas batallas de todas las jornadas. Eran días de triunfo, donde se me hacía que el mundo estaba bajo a mis pies. Bailaba, enseñaba. Me reconocían. Pero, poco a poco, me fue ganando la nostalgia. ¡Ganas de volver, mirá vos! Empecé a sentirme extraña. Como si la gente dejara paulatinamente de comprenderme. Como si me hubiese bajado del caballo de la historia. Marquitos, te escribo ahora, en esta tarde parisina, fría, gris. No me interesa enseñar jazz, y menos a los franceses. Estoy viviendo en una pensión. Los éxitos quedaron atrás. Aquí se fascinan con lo exótico. Pero ya tengo varios años aquí, y he perdido el exotismo. Soy una más, y no soy nadie. Marcos ¿cómo van las cosas por allá? Sé que el Director de Orquesta murió y que hubo problemas en el teatro. Pero tal vez ahora se pueda hacer algo. No sé, de todos modos, para estar aquí sin sentido, prefiero estar allá peleando de alguna manera. Escribíme, Marquitos, y hacelo pronto. Me muero de soledad. Un abrazo, Mary.

ESCENA 8

Se apagan las luces, termina la música. Al encenderse nuevamente, los personajes están sentados alrededor de la mesa central.
DORA: ¡Qué sola que estaba la flaca en París!
MARCOS: ¡Y con tanto talento!
DANIEL: El talento no sirve para nada. Hay que saber vivir, hay que saber cómo laburar para subsistir decentemente. Tienen que convencerse de una vez. El arte no te da de comer, Mary. Hay que saber manejar la guita; la cosa hoy anda por los negocios, la especulación, la bolsa. El resto es una quimera. Mirame a mí, que iba a ser actor…(Irónicamente lo mira a Marcos.)…y después abogado. ¡Si hay más abogados que cagadas de pajaritos! No, yo la pensé... Me meto en una financiera o en un banco y hago carrera. Ésa es la de hoy, no se engañen.
DORA: Sin embargo, cuando me acuerdo de las ilusiones que tenía. La veía a la flaca, la veía bailar y me decía, "vos también, Dora, vos también podrás. Y te aplaudirán, y te irás a París. Y los éxitos, los fotógrafos, las luces..."
DANIEL: ¿No me digas que querías ser bailarina?
DORA: ¿Y por qué no? ¿Soy paralítica o me falta una pierna?
DANIEL: Yo creo que sos un poco gordita, nada más.
MARY: No seas malo, Daniel. Dora tenía un cuerpo muy lindo, y si se hubiese empeñado hubiera sido una buena bailarina.
MARCOS: Pero no se empeñó, le falló la voluntad.
DANIEL: O le fallaron las glándulas, no sé.
DORA: (No ha escuchado la última réplica de Daniel.) Pero de qué me hubiese servido.
MARY: Sí, porque mirá que te jodieron con la danza. ¿Te acordás?
Se apagan las luces.
ESCENA 9

Al encenderse las luces, Mary tomará el papel de madre de Dora.
MARY: ¿Cómo te fue?
DORA: Me aplazaron.
MARY: ¿Otra vez? Si no te digo, ¿pero qué te pensás? Decime, Dora, ¿qué tenés en la cabeza?
DORA: Bueno, mamá, no empecés otra vez, por favor.
MARY: Pero cómo no voy a empezar; cuando venga tu padre, la cara que va a poner
DORA: Y bueno, me preguntaron cosas que no me acordaba. Una laguna tiene cualquiera ¿no?
MARY: ¡Pero qué laguna, ni ocho cuartos!
Entra Daniel que toma el papel de padre de Dora. Debe marcarse que la autoridad la ejerce la madre.
DANIEL: ¿Qué pasa en esta casa? Siempre gritando.
MARY: ¡Qué va a pasar! Tu hija, siempre tu hija... la aplazaron otra vez.
DORA: Papi, me hicieron una pregunta y me... se me hizo una laguna.
MARY: A ésta siempre se le hace una laguna (A Marcos.) Decime, ¿tenemos una hija o un acuario municipal?  (A Dora.) Mirá, Dora, mirá si a tu padre en el trabajo se le hicieran lagunitas. No, querida, acá hay que poner las cosas en orden. O te creés que tu padre también es un cisne, que anda bailando sobre las lagunitas azules de ese ruso degenerado.
DORA: Basta, mamá, vas a seguir con esa cantinela.
DANIEL: (A Dora.) La cantinela de tu madre es razonable.
MARY: Lo que ocurre es que no estudia nada; se la pasa todo el día con los discos, bailando como una idiota por toda la casa.
DORA: Y bueno, lo único que me importa es la danza. Yo voy a ser una gran bailarina, y cuando me vean en los diarios, te voy a decir si las lagunitas de ese ruso degenerado sirven o no para algo.
MARY: Mirá viejo, aquí tenés que tomar medidas. Es un gastadero de plata y esta chica no estudia nada.
DANIEL: Mirá, Dora, yo no quiero tomar medidas drásticas, pero tenés que estudiar. La danza es... un pasatiempo, y está bien que lo hagás, pero tenés que estudiar. O no ves cómo estoy yo por no estudiar, aguantando a cualquiera que te mandonea y todo porque tengo que mantener esta casa y no hay vuelta que darle, si no estudiás, sos una pobre infeliz. Encima, tenés la ventaja de que no trabajás...
MARY: Eso, encima no trabaja.
DANIEL: Escuchame, vieja, con gritar no vas a ganar nada. Si quiere bailar, que baile. Pero que estudie.
MARY: No, si vos sos muy blando. Yo le cortaba las clases de danza y listo.
DORA: Si me cortan las clases de danza, me suicido.
MARY: Yo te voy a suicidar de hambre. Quiere ser bailarina y se come dos flautas, con salame y queso, y para sacarse el gusto salado se mete dos cucharaditas de dulce de leche.
DORA: ¡No se puede ni comer en esta casa! (Sale.)
Se apagan las luces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario